martes, 28 de junio de 2011

El poder de la mente

Y acá estamos, son las 8:21 am, estoy frente al teclado escribiendo esto en vez de una monografía sobre la rigidez de la constitución que, según una exquisita planeación del tiempo realizada el fin de semana, ya debería estar terminada.
Y es en este momento en que me pongo a pensar en el maravilloso poder de la mente. Esa cualidad magnífica que tiene para compartimentar el tiempo disponible, asignarle actividades y lograr que todo funcione como una rueda aceitada de un reloj suizo.
Sin embargo, nada sale como estaba estipulado A MENOS QUE se alineen los planetas y dos elementos independientes se copen y colaboren: estoy hablando de la energía y de la voluntad (sobre todo de esta última)
Por suerte hoy en día contamos con suficientes estímulos para poder mantenernos despiertos mucho tiempo y así poder invertir las horas que le robamos al sueño (y que cada vez menos le podemos devolver) en actividades que, por más que nos interesen, ya nos tienen hartos y al límite de la locura. Pero cuando Morfeo se cansa, nos manda a sus mullidos matones y nos cobra todo al contado, sin importarle lo que hayamos invertido para poder evitarlo.
Por otro lado, la voluntad, nuestra más escurridiza amiga, generalmente para esta altura de las cosas decide encauzar su propia reserva energética en cosas no necesarias (o urgentes, mejor dicho). Limpiar la casa, arreglar una puerta que hace meses estaba al costado, limpiar sábanas A MANO, improvisar recetas... Todo se vuelve posible y deseable de realizar, al contrario que la monografía para la cual ya reunimos bastante material y a la cual sabemos que le van a dar la misma bolilla que a un programa de política en Utilísima, por lo que no tendríamos que exigirnos tanta calidad en la elaboración.
¿Cómo seguirá esta historia? Después de desayunar les cuento.